SIE7E PÁRRAFOS
Libros, autores y cultura pop |
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El sábado 26 de agosto de 2017, un día húmedo en la ciudad de Kioto, pedaleamos hasta la orilla del río Kamo. Ahí, entre pastos apenas crecidos, Malena Higashi desplegó una manta azul y me ofreció el regalo de una ceremonia del té.
El matcha, los dulces, el agua caliente, los utensilios muy delicados —como ese batidor de bambú—, las tazas —chawan— que son como obras de arte. Malena servía un té con movimientos fluidos, estudiados, hipnóticos. Yo no podía dejar de mirarla.
Ahora acaba de publicar su primer libro: El viento entre los pinos: Un ensayo acerca del caminó del té.
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Malena Higashi conocía la ceremonia del té, el chado, desde que era una niña. La conoció gracias a su abuela, Emiko Arimidzu, que durante 30 años fue sensei —maestra— del capítulo argentino de Urasenke, una escuela muy antigua de chado. Pero para Malena, que es descendiente de japoneses, el llamado de las raíces llegó más tarde. Era 2016 y había una oportunidad para estudiar en Urasenke.
Lo sé porque Malena es mi esposa. Tuve la suerte de ocupar un asiento en primera fila para acompañar todo el proceso que la llevó a dejar su empleo de ocho horas en una oficina estatal y animarse a dedicar su vida al té.
Ahora Malena es como un puente entre culturas. Dicta talleres sobre temas y personajes japoneses, y condujo “Un Japón propio: conversaciones”, donde entrevistó a 23 personas que trabajan en torno a la cultura japonesa. Y su primer libro ya está aquí: El viento entre los pinos: Un ensayo acerca del caminó del té (Fiordo). |
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Es un ensayo latinoamericano sobre el chado, algo poco frecuente. (Malena piensa bastante en esto: ¿cómo se vive la ceremonia del té de este lado del mundo, donde todo es tan distinto?)
Y también es una crónica personal sobre un año estudiando en Kioto, en la escuela Urasenke. Todo un año de iniciación en el do: el camino, la disciplina, la búsqueda que hoy guía los pasos de Malena. Con el tiempo, ella se convirtió en una escritora sutil, sensorial, cuidadosa. Al estilo japonés. El viento entre los pinos cita varios haiku. “[Es] Un libro lleno de sabiduría y belleza”, según Federico Falco.
Anteayer, domingo 6 de marzo de 2023, Malena desplegó otra manta sobre otros pastos, ahora en una Buenos Aires sofocante. Hemos tomado tantas tazas de matcha en estos años... cada una tiene algo distinto. En la de anteayer, que fue como un trago fuerte en medio del calor, no escuché la corriente suave del río Kamo cuando el chawan me cubrió la cara, sino el juego de risas de nuestro hijo, que corría alrededor.
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Empezamos la entrevista. En tu libro escribís que la ceremonia del té está hecha de códigos compartidos entre anfitrión e invitados, de todo aquello que no se dice con palabras. ¿Qué tan complejo fue el trabajo de ponerle palabras a la ceremonia para construir un libro?
Fue uno de los mayores desafíos. En el mismo ensayo lo planteo como un problema. ¿Es posible poner en palabras una experiencia semejante? Algo hermoso del camino del té es que toca una fibra particular de cada persona. Y en mi caso siento que es una disciplina que habilita mucho lo poético, lo sutil. Lo que intenté hacer con el libro fue acercar un pedacito de este mundo y al mismo tiempo transmitir su sensibilidad. Para escribir me propuse invitar a los lectores a disfrutar del libro con todos los sentidos, como si ellos mismos fueran los invitados que están ahí presenciando un encuentro de té.
Pero... ¿qué es la ceremonia del té?
A lo largo de los años fui llegando a muchas respuestas a esta pregunta, y estoy segura de que con el tiempo las definiciones se van a ir ampliando. Porque justamente en Japón, esta disciplina se llama chado, “el camino del té”. Tiene que ver con las vivencias, con lo que una va experimentando a lo largo de la práctica sostenida. Y a medida que pasa el tiempo cambiamos. Y en especial, la práctica de chado, agudiza la manera en que percibimos las cosas. Una manera simple y clara de explicar qué es la ceremonia del té: es una meditación en movimiento. Tanto anfitriona como invitados deben vaciar la mente de pensamientos y concentrarse en el momento presente. Se trata de preparar un té, de recibirlo con gratitud y de compartir ese momento que es único. A simple vista parece algo simple, pero en el mundo acelerado en que vivimos no es nada fácil. |
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Yo te veía en Japón mientras estudiabas y recuerdo que lo escribías todo en libretas. ¿Cuánto se parece este libro al libro que entonces imaginabas?
Antes de viajar a Japón yo tenía la certeza de que iba a escribir un libro. El año que pasé estudiando allá fue tan intenso que apenas tenía tiempo para escribir. Llevaba un diario en donde a veces escribía largas entradas y otras, apuntes o sensaciones. Cuando llegué a Buenos Aires, empecé a escribir tomando como referencia esos diarios. Armé varios capítulos en donde iba contando cómo era el día a día estudiando ceremonia del té en una escuela de té. Volví más tarde a esos escritos pero me resultaron acartonados. Para escribir El viento entre los pinos usé ese material, volví también a mis diarios y a todos los libros que había estado leyendo en los últimos años. Así que mi idea de libro fue cambiando a lo largo del tiempo y fue tomando forma.
Pero… ¿para qué escribías todo en libretas?
Durante toda mi vida llevé cuadernos que son como diarios. Registros de lo cotidiano. La verdad es que escribo cuando tengo tiempo o cuando tengo ganas de hacerlo. Escribir y luego leerme es una manera de tomar distancia. Y ese año en Japón escribí mucho más de lo habitual. |
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“Desde muy chica tuve el deseo de escribir un libro”, me dice Malena. Afuera cae la tarde y la manta quedó desplegada, pero los utensilios no. Son delicados, valiosos. Malena los cuida con devoción. Mientras los termina de guardar, me dice que lo que más disfruta es leer y escribir.
“Pero nunca encontraba un tema sobre el que escribir”. Le parece una paradoja. Los temas (el té, el vínculo con su abuela Emiko, la cultura japonesa) siempre estuvieron ahí a su alcance, pero le llevó mucho tiempo darle un sentido literario a esas vivencias. “Escribir El viento entre los pinos fue una manera de plasmar todo eso. Y también de introducir a los lectores a todo lo que implica el té intentando transmitir su sensibilidad tan particular”. |
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¿Hay algo de este libro en tus talleres?
Los talleres que estuve dando (Un Japón propio, Help yourself y Agua caliente para el té) fueron siempre virtuales porque empezaron en la pandemia. Mantengo esta modalidad porque muchas de las personas que se anotan viven en otras provincias, en otros países. A pesar de la virtualidad, siempre me propuse plantear los talleres como experiencias. Me interesa que los participantes tomen nota y pregunten, pero también me gusta la idea de que surjan intercambios, amistades. Que no sea un taller más sino un espacio en donde a través de las distintas temáticas que trabajamos (la ceremonia del té, la cultura japonesa, etc.) la gente se lleve herramientas para repensar conceptos estéticos, que se lleve sensaciones que la conecte con el disfrute de lo cotidiano.
- El próximo encuentro vía Zoom es el sábado 18, de 11 a 13 hs. Más info: click aquí.
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Alejandra Kamiya tiene un nuevo libro: La paciencia del agua sobre cada piedra (Eterna Cadencia). Es una antología de cuentos que indagan sobre el vínculo entre lo animal y lo humano, entre lo cotidiano y lo onírico, entre lo dicho y lo sugerido.
“‘Arroz’ es uno de mis cuentos preferidos”, me dice Malena. Kamiya fue quien la acompañó en la presentación de El viento entre los pinos, y es una referente de la literatura argentina nikkei. Su primer libro de cuentos, Los árboles caídos también son el bosque, de 2015, fue un debut estelar con la editorial Bajo la luna. |
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La semana pasada hablábamos de las librerías de Montevideo. Luego de presentar mis cuatro favoritas, y las favoritas de Pedro Mairal, Dani Umpi y Emanuel Bremermann, los invité a ustedes a sumar más… Y aparecieron más librerías:
- “Una de mis librerías favoritas es Feria del Libro, frente al Palacio Díaz. Ahora cambió de dueños pero antes... Estaba regenteada por la Señora Araceli que se escondía en su despacho que quedaba al fondo, casi en penumbras. En el piso de arriba había un emporio de libros usados re ordenados y nada tenía precio. Los empleados tenían que ir a preguntarle a la Señora y volver.” (Melina Dorfman)
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- “Soy periodista uruguaya y trabajo para Montevideo Portal. Ahora estoy viviendo en Inglaterra, pero los últimos años viví en Ciudad Vieja y concluí que La Lupa, por más chiquita que sea, tiene las rarezas más alucinantes. Así conocí, por ejemplo, a Paul B. Preciado, ahí encontré libros de teatro uruguayo que no están en el resto de las librerías, y ni que hablar que ahí se gestó Criatura editora. Además, si tenés un libro para regalo, te lo envuelven de una forma muy particular, con un botón en el medio. Me resta agregar Pocitos Libros y Diómedes, que quedan ambas en Pocitos. La primera la valoro porque el librero, Leo, es de los pocos libreros de profesión que quedan y yo le he ido con pedidos extrañísimos que me resuelve enseguida. Diómedes, ojalá hayas pasado, es un caos hermoso de libros que se caen para todos lados, donde podés comprar y vender. Nunca vi una librería así de desordenada y tan funcional al mismo tiempo.” (Federica Bordaberry)
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Quiero contarte que hoy empieza mi taller de crónica, memoir y no ficción. Se llama Algunos Asuntos Humanos y es un viaje a lo profundo de estos géneros. Para esta ocasión, somos más de 30 viajeros en el taller.
La crónica se ha convertido en el gran género del periodismo en español. Diversa, ampliamente libre: se trata de los hechos, pero también de la perspectiva de quien cuenta la historia. Y puede ser emocional, resiliente, empática, también política.
A lo largo del año habrá más talleres... ¡Te espero! |
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Bueno... por ahora lo dejamos acá. Podemos seguir la conversación por mail o en las redes. Y también podés contactarme en Twitter.
Si querés recomendarme libros, autores o temas para tratar, o contarme si leíste algo de lo que mencionamos, ¡adelante!
Nos vemos por ahí,
Javier |
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