Hablás mucho de tu formación imaginativa. ¿Cómo alimentás tu imaginación? ¿De dónde vienen las ideas?
De un espacio particular de la cabeza, me da risa decirlo pero es así, que un poco vive en la ficción. Imaginando cosas. Cuando escucho una canción no pienso en mí ni bailo exaltada inmersa en mi cuerpo: pienso en personajes como si fuese un videoclip, el cantante es un personaje, la letra habla de una historia ajena. Del cine también saco ideas, especialmente de climas y temas: Lynch, Cronenberg, Martel (la primera argentina que con su visión del tiempo en Salta me ayudó a entender cómo manipular el tiempo, el calor, etcétera). La literatura: leer mucho, subrayar, copiar, leer poesía, leer cosas que no me gustan para saber lo que me gusta. Viajar y peregrinar a lugares y a artistas que amo: ir a ver una muestra de Walter Sickert o buscar en Sydney la casa donde vivió una bruja famosa de los 50 en Australia, Rosaleen Norton. Tengo un mundo que alimento. En general, mi experiencia propia me resulta poco interesante. Por supuesto, como todxs, saco cosas de ahí, de dónde más, pero no es la fuente primaria.
Hace poco, Alan Moore decía: “Dije alrededor de 2011 que pensaba que tendría implicaciones serias y preocupantes para el futuro si millones de adultos hacían cola para ver películas de Batman. Porque ese tipo de infantilización, ese impulso hacia tiempos más simples, realidades más simples, muy a menudo puede ser un precursor del fascismo’. Moore señalaba que cuando Trump fue elegido en 2016, muchas de las películas más importantes eran películas de superhéroes. Según tu punto de vista, ¿qué es lo que hace compleja a una historia?
Los niveles de lectura. Que una historia pueda ser de género pero luego pueda ser política y también hablar de los cuerpos, de nuestro tiempo, de las fascinaciones del autor, y que pueda ser leída ampliamente, que sea popular. Estoy de acuerdo con Alan Moore porque siempre estoy de acuerdo con él pero a mí lo que me pasa con las películas de superhéroes es que no las entiendo. No las entiendo en nivel básico: me parece muy confusas. Para mí, eso revela que no tienen niveles de lectura sino retorcimiento de trama, que no es lo mismo.
¿Cómo las provocás cuando no aparecen?
¡Siempre aparecen, desde que tengo uso de razón!
“En el terror hay mesetas, hay momentos en los que tenés que empezar a quebrar la realidad del lenguaje verosímil que estás construyendo”, explicaste una vez. ¿Qué es “quebrar la realidad del lenguaje verosímil” y cómo se hace?
Cómo se hace es algo difícil de responder, pero intentemos. Una pesadilla por ejemplo: empieza normal, en una casa donde uno está no sé, desayunando, y de repente empieza a gotear del techo sangre. Brea negra. Coágulos. En la pesadilla nos despertamos. En un relato de horror no. Se sigue adelante con esa ruptura de lo verosímil tratando de integrarlo al plano de lo real que tiene la ficción. Igual creo que esa cita es medio un lío. Cuando hablo de mesetas quiero decir, en general, que una novela larga de terror siempre tiene momentos de realismo bastante puro para poder llegar a ese quiebre con una familiaridad con personajes y mundo reconocible que haga más sencillo aceptarlo o que no te haga despertar de la pesadilla, para seguir con el ejemplo. |